jueves, 31 de mayo de 2012

El ángulo de la mirada


"Poca gente conoce el erísimo, pero quizás sea la hierba más eficaz para los problemas de garganta, especialmente para la afonía", me estaba diciendo la dueña de la herboristería de la calle Recondo, cuando, de repente, interrumpió nuestra conversación el ruido inconfundible de un estacazo entre dos coches. La imaginación me dibujó con toda nitidez el supuesto accidente: un despistado sale del aparcamiento en batería sin tener suficiente visibilidad, y desde la curva llega Juan Demasiado Veloz sin tiempo para esquivarlo.

Gran angular horizontal: verlas venir

Curva de la calle Recondo
Al salir de la tienda, una mera observación de la escena –tres coches con golpes notorios, cada uno en posición diferente y ninguno en la dirección normal- me hizo pensar que no había sido tan simple; y pocas horas después los periódicos digitales me contaban que en el choque se habían visto implicados tres coches y una bicicleta, con un balance de cuatro heridos, si bien todos ellos leves. Entonces lo recordé: justo al entrar en el herbolario, mientras aparcaba la bici, vi llegar por García Morato a un ciclista joven -¿sería el hombre de veintiocho años que mencionaba la noticia?- y me dio la impresión de que dudaba al incorporarse a Recondo y de que tomaba la curva con un ángulo no muy adecuado. Y es que en ese cruce –y en otros muchos- es necesario tener en los ojos un gran angular de 180º, y además girar rápido la cabeza a izquierda y derecha para abarcar los 360 en un instante, calibrar todos los datos y meterse en el flujo de coches en el momento preciso. Eso, y adivinar, por la mirada o el ademán, quién es el conductor que desconoce que dos coches y una bici no caben muy holgadamente en la curva de Recondo; porque si un turismo se empeña en adelantar a una bici en ese tramo, sin cerciorarse de que nadie viene de frente, correrá el riesgo de un choque frontolateral; justo como el del otro día.

Teleobjetivo cultural: Teatro de Calle, AR&PA, Día de los Museos...

Presentación de La economía de la provincia de Valladolid
Muchas veces, a lo largo de estos días, se me ha venido este suceso a la memoria, y me parecía que no solo en la bici es necesario el gran angular, sino en casi todas las decisiones de la vida, en las que hay que considerar cantidad de factores colocados en su sitio, como en una gran panorámica. Por contraste, la ciudad se me presentaba estos días como enfocada por un teleobjetivo potente en un único aspecto, el de la cultura.

El prólogo de este frenesí cultural tuvo lugar el jueves 17 de mayo, con la presentación en Cajamar del libro La economía de la provincia de Valladolid, del que sus propios autores destacaban el capítulo dedicado a la cultura y el turismo como motores del desarrollo local, elaborado por Luis César Herrero y María Devesa, profesores de la UVa integrados en un grupo de investigación sobre la economía de la cultura, que además han propuesto que Valladolid sea en 2014 la sede del 18.º Congreso de la Asociación Internacional para la Economía de la Cultura (la decisión se tomará el 24 de junio en Kioto (Japón) en el 17.º Congreso de esta asociación internacional).  Y a partir de ese momento, como si se tratase de demostrar la veracidad de este protagonismo económico de la cultura, la última semana ha sido todo un desfile de cultura en Valladolid: el Festival de Teatro y Artes de Calle, la Feria y Congreso AR&PA, el Día y Noche de los Museos; y, en un ámbito un poco más amplio, de comunidad autónoma, la inauguración por la Reina de Monacatus, la 17.ª edición de Las Edades del Hombre, que se celebra en Oña desde el pasado jueves hasta el próximo 4 de noviembre.

Fotografía tomada de la web de Arantxa Ochoa

... y prismáticos para ver a Arantxa Ochoa

Y, como colofón retardado de esta semana, los próximos días 8 y 9 de junio sí merecerá la pena potenciar el teleobjetivo de nuestros ojos con unos prismáticos para contemplar con todo detalle, en el Teatro Calderón, la primera y última actuación en España de la vallisoletana Arantxa Ochoa, bailarina principal del Pennsylvania Ballet.

La única pega de gozar varios días seguidos con la contemplación de un aspecto lleno de belleza es que a la salida nos espera el lunes del rencor y de la envidia mostrándonos los dientes afilados de una panorámica de crisis en la que se nos están llevando la Lauki a cachos,  desmantelando Made en Medina y quitando el turno de tarde de los Twizy , que parecían arrancar con energía pero cuyos pedidos se han enfriado.


Gran angular vertical: la japonesa Chieko, mi amiga Chus y el equilibrio político

Iglesia de San Lorenzo
En todo esto iba pensando anteayer, cuando llamó mi atención una cigüeña que volaba bajo por la plaza de Martí y Monsó y que ganó altura de repente, haciéndome mirar hacia arriba mientras pedaleaba por Dulzainero Ángel Velasco hacia Pedro Niño; casi me muero de vergüenza al darme cuenta de que era la primera vez –en estos casi veintinueve años que llevo en Pucela- que veía la torre de la iglesia de San Lorenzo. Me paré y, mientras hacía fotos desde varios ángulos, recordaba la cantidad de veces que eso mismo me había ocurrido en Burgos: años y años de recorrer cada día el mismo camino para ir al colegio -La Puebla, plaza del Cordón, soportales de Antón, plaza de Prim, plaza Mayor, calle de Laín Calvo, la Flora, Fernando III el Santo y Hospital de los Ciegos-, y ya estaba en la universidad cuando alguien me hizo notar, en unas vacaciones, la fachada preciosa de un edificio por donde habría pasado unas dos mil cuatrocientas veces.

Edificio de la Plaza Mayor de Burgos
Me consolaba entonces pensando que el escaso ángulo vertical de mi mirada (apenas treinta grados desde el vértice de la pupila) se debía a una intensa actitud de relación personal que me llevaba a predeterminar el enfoque de mis ojos en los ojos de los demás. Así nació una de las amistades más grandes que he tenido –mi amiga Chus, que me ha venido estos días a la memoria al leer el reportaje de Chieko y Carmen Rivera-: a base de cruzarnos todos los días cuando ella iba a Concepcionistas y yo a Saldaña. Por el tramo en que nos encontrábamos podíamos calcular quién de las dos llegaba pronto y quién se había retrasado. Poco después empezamos a saludarnos y para cuando nuestros caminos se unieron en el Instituto femenino, en COU, ya éramos íntimas. Ahora que nos hemos perdido la pista –si te han hecho llegar el enlace a este blog, levanta una ceja o escribe un comentario-, me doy cuenta de lo importante que es mantener la atención y no dar por seguro lo conseguido.

Quizás el secreto del éxito al torear esta crisis asesina consista en saber conjugar el gran angular -tomar y mantener las decisiones de conjunto necesarias para controlar el déficit- con el teleobjetivo, para no dejar que esas medidas dañen a los más débiles. Ha puesto un ejemplo bastante bueno el rector Marcos Sacristán: si la subida de tasas universitarias no se equilibra con una política seria de becas, nos estaremos cargando la justicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario