Se despierta desconcertado en mitad de la noche, pero
enseguida sitúa el ruido de la calle Teresa Gil y las voces de un grupo de
chavales que están haciendo botellón bajo su ventana. "Estoy en Valladolid
y es noche de sábado", piensa, mientras intenta conciliar de nuevo el
sueño. A pesar de este ruido, que los primeros años le hacía preguntarse cuándo
dormían los españoles, le gusta la zona por la que transcurre su vida las tres
semanas en las que, un par de veces al año, trabaja en Valladolid desde 1981:
calle Regalado y Cascajares, plaza de la Universidad -donde instintivamente
mira el cartel colgado de la fachada de la Catedral, por ver si el próximo
concierto de Pilar Cabrera al órgano allen coincide con una de sus estancias en
Pucela-; arzobispo Gandásegui, la Antigua, Paraíso –quizás esta misma tarde
vuelva a ver a Pepe, el camarero del Hidalgo que corre maratones y que le habla
de cuando estuvo en Baviera- y Sanz y Forés, para llegar a la Facultad de
Ciencias.
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Gunnar Borstel y Carlos Balbás Fotos: Carlos Barrena, Universidad de Valladolid |
Mientras ato la bici al aparcamiento del callejón de la
Facultad de Derecho, pienso que en todos estos años quizás me lo habré cruzado
bastantes veces por la calle, pero nunca hubiera imaginado que este señor alto
y de ojos azules, con pinta de alemán, era Gunnar Borstel, un prestigioso
científico –efectivamente, alemán- de la Universidad de Osnabrück, que ha realizado
importantes aportaciones a la Física mundial en el campo de las perovskitas,
óxidos metálicos y otros materiales vitales para la superconductividad a alta
temperatura, y que ahora mismo va a ser investido doctor honoris causa por la
de Valladolid, apadrinado por el catedrático Carlos Balbás.
De Münster a
Valladolid pasando por Filadelfia
Cuenta Gunnar Borstel en el paraninfo de la Universidad algo
de su vida y de cómo ve el futuro, problemas y posibilidades de la Física. Nos
sitúa en la comunidad científica de la Física europea de los años sesenta, en
la que "se pensaba que solo dos temas de estudio merecían una
investigación básica a fondo: la física de objetos pequeños –partículas
elementales, núcleos, átomos y moléculas- y la física del objeto más grande: el
universo. El mundo entre esos dos extremos –el mundo que nos rodea: gases,
líquidos, macromoléculas y agregados de átomos, materiales condensados y
sólidos- se daba por explicado con la teoría clásica".
Sin embargo, Borstel, en 1970 –era entonces estudiante en la
Universidad de Münster y debía elegir el tema de su tesina-, tomó una decisión
de la que nunca se ha arrepentido: inclinarse por ese mundo intermedio entre lo
grande y lo pequeño, y dedicarse a la Física Teórica de la Materia Condensada.
Así que tuvo que completar su formación en Estados Unidos, que era donde más se
había desarrollado la Física del Estado Sólido. Allí, en agosto de 1980, con
motivo de unas conferencias en la Universidad de Pensilvania, conoció al
vallisoletano Julio Alfonso Alonso –que pronto volvería a España y, para
nuestra fortuna como ciudad, también a Pucela-. "Para mí –afirma Gunnar
Borstel- aquel encuentro en Filadelfia fue el comienzo de más de treinta años
de cooperación en Física Teórica con mis distinguidos colegas de Valladolid,
particularmente con Julio Alfonso Alonso, Luis Carlos Balbás y Andrés
Vega".
No hay falta de energía
en el mundo, el reto es abaratar su producción y almacenamiento
Este señor alto de ojos azules, con pinta de científico
alemán, al que escucho en el Paraninfo, además de enseñar e investigar en la
Universidad de Osnabrück, publicar en las mejores revistas internacionales de
Física, dirigir más de cincuenta proyectos científicos, colaborar con la
Universidad de Valladolid o recibir la Medalla de Oro de la Universidad de
Silesia (Katowice, Polonia) por su contribución al desarrollo instrumental y
científico de Polonia durante su transición política de los años noventa,
también ha tenido tiempo e inquietud para integrarse en la vida social y
cultural de Valladolid -asiste con frecuencia a los conciertos del Auditorio
Miguel Delibes y se conoce la provincia por los cuatro costados- o viajar por Palencia, Segovia, Salamanca, Burgos o León,
para ver castillos y catedrales; o de alquilar un coche junto con su mujer –que
le ha acompañado en alguna de sus estancias en Valladolid cuando su propio
trabajo se lo permitía- y acercarse hasta Extremadura, Andalucía, Cataluña o
Galicia. "Hay algunos sitios de España que no conozco, pero no son
muchos", resume sonriendo.
El acto de
investidura está a punto de terminar, y ahora Borstel habla de los problemas
urgentes que la Física no ha conseguido solucionar de forma satisfactoria en
los últimos cuarenta años. "El más importante es la necesidad de procurar
energía suficiente para una población mundial que crece continuamente, que en
octubre de 2011 sobrepasó los 7.000 millones de personas". Y no es la
falta de energía lo que le preocupa –piensa que hay fuentes de energía
suficientes para centenares de años-, sino la necesidad de centrarse en los
cinco tipos de energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa
–estas cuatro con una fuente común última, que es la luz solar- y geotérmica) y
ser capaces de abaratar su producción y almacenamiento; pero es optimista
respecto a ambos desafíos. No lo es tanto, sin embargo, en cuanto a nuestra
capacidad o voluntad para disminuir y gestionar los gases como el dióxido de
carbono que producimos con el consumo irresponsable del carbón, petróleo o gas
natural.
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Concierto de Laura Vital y Eduardo Rebollar en el Paraninfo |

Han pasado tres días y diez trayectos largos en bici desde la investidura de Gunnar Borstel, y todo mi pedaleo se me ha pasado devanándome los sesos con un interrogante: ¿por qué, en los últimos diez años el Paraninfo de la UVa no consigue llenarse de gente cuando inviste honoris causa a algún científico? (y eso que este miércoles había una densidad importante de científicos premiados entre los asistentes). Y se me juntan en la cabeza varias imágenes y palabras de estos días: el alegato final de Borstel, pidiendo libertad y condiciones favorables para el trabajo creativo de los científicos, sin las presiones de la burocracia interior o de las compañías con intereses comerciales, que alejan a las mentes creativas y van dejando un rastro de gente quemada en departamentos y laboratorios; la actuación de Laura Vital en el paraninfo de la Universidad –allí estaban Gunnar Borstel y su esposa, amantes del buen flamenco-, y su entrevista posterior, en la que habla del duende de la inspiración, que es caprichoso y llega cuando quiere. Y la última investidura multitudinaria que recuerdo, que fue la de Vargas Llosa (1995, paciencia con la carga del vídeo, que merece la pena), quien también estos días es noticia por su valiente ensayo La civilización del espectáculo, en el que pronostica la desaparición de la cultura, y denuncia que "los chefs y los modistos tienen ahora el protagonismo que antes tenían los científicos, los compositores y los filósofos".
Pero, aunque quizás
ahora a algunos científicos les falte la libertad y la alegría para pillar la
luz y el duende de la creatividad –otros están muy ocupados gestionando su
éxito en la feria de las vanidades y las subvenciones, y no quieren prestar
"su" prestigio a la universidad de la que forman parte-, había un
dato en las tres filas de atrás del Paraninfo que me devolvía el optimismo:
treinta chavales, seguramente estudiantes de la licenciatura o del máster de
Física, siguieron atentamente la investidura de Borstel, y quizás entre ellos
se encuentren futuros científicos dispuestos a luchar en esta civilización en
la que, como también dice Vargas Llosa, "el intelectual solo interesa si
sigue el juego de la moda y se convierte en un bufón". A lo mejor, cuando
lleguen ellos, ya se nos ha pasado esta fiebre de tontería.