miércoles, 19 de octubre de 2011

Electrolineras, jardines y rostros en la luna

"Esto está chupado", pensé a la velocidad de la luz mientras esperaba los cuarenta nanosegundos que Google suele tardar en encontrarme tropocientos mil resultados satisfactorios. Pero esta vez la búsqueda "electrolineras en Valladolid" no produjo más que un escuálido racimo de declaraciones de políticos, una docena de blogs ecologistas con dos fotos del mismo punto de recarga, y un par de mapas interactivos que solo rastreaban tres de las treinta y cuatro recargadoras de coches eléctricos que dicen que existen en la ciudad. Y eso que fue en Valladolid donde se diseñó y fabricó Merlyn, la primera electrolinera de España.





Como no me desanimo fácilmente, una búsqueda indirecta me llevó a la web de la Agencia de Innovación y Desarrollo, en la que un buen localizador me situó, con calle y número exacto, 17 electrolineras. Me acerqué a la de la Plaza del Milenio y me hizo pensar que diecisiete es igual a treinta y cuatro, porque van por pares, como los mellizos. Pero no es así: en el Museo de la Ciencia solo hay una, lo mismo que en el aparcamiento de la Consejería de Educación, y en el de El Corte Inglés solo existe un bonito cartel en la pared indicando su ubicación... futura. Sin embargo, a pesar de no haber encontrado las treinta y cuatro, sí creo que estos postecillos con enchufe son el germen de un movimiento creciente, en el que, por el bien de esta tierra que ya habitan nuestros hijos, muchos seguiremos el ejemplo de Roberto San José, el taxista pionero que ha comprado el primer coche eléctrico que anda por Valladolid, y recargaremos el buga cada noche, igual que hacemos con la batería del móvil, la del portátil o las pilas de los faros de la bici.

Jardines, glamour y política

El color verde bucólico del cartel del coche eléctrico en el parking (antes de escribir parquin, me amputo el teclado) de El Corte Inglés se me había quedado enganchado en el subconsciente, y, mientras escuchaba el crujidito que hacían mis pedales al volver a casa (que no se me olvide mañana engrasar la cadena y revisar los eslabones), supe de repente por qué: me recordaba a las fotos que estos días han poblado el paisaje de nuestras noticias, ubicadas en la Arcadia feliz de cinco estrellas de los jardines del hotel A.C. Santa Ana.

Por allí, hollando con egregias sandalias y zapatos el césped inmaculado, han paseado los participantes en el foro de cultura que arropó a Azar Nafisi –novelista iraní premio de la Fundación Gabarrón- en su estancia vallisoletana. Por allí mismo, con el césped cepillado y sin las huellas de tres días antes, han paseado y posado, con un templete romántico como telón de fondo,  los números uno del Partido Socialista de Castilla y León en las listas electorales. Y los habitantes del país de la crisis reinante nos hemos preguntado si esas sonrisas digitales –presenciales no podían ser en tan recoleto y selecto apartado- tenían algo que ver con nosotros, aun correspondiendo a temas que nos interesaban de verdad.

Luna triste y Fernando Pérez Ollo

Dos esquinas antes de mi calle, la luna de verdad –ya no llena, pero igual de sangrante que hace tres noches- se me aparece y llora por la muerte, esta mañana, de Fernando Pérez Ollo, el profesor de Redacción Periodística que nos enseñó, entre el fragor de setenta Olivettis tecleando en clase, a buscar datos debajo de las piedras antes de escribir la primera línea. Esa misma luna resucita en mi recuerdo otras caras de esta semana: la de las cooperantes Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, que puede que en estos momentos estén siendo vendidas a los piratas somalíes; la de Larry Burrows, que nos saluda nada más entrar a la Sala de San Benito con el cansancio en los ojos de quien ha visto de cerca el horror de la guerra; la de Alberto Posadas, el vallisoletano Premio Nacional de Música; la de Jorge Díez y César García, que han ganado el premio de proyectos del Parque Científico de la UVa; y la de Fina García Marruz, la casi nonagenaria cubana que se ha alzado con el García Lorca de poesía, y que escribió:

"Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas".

2 comentarios:

  1. Precioso este blog y muy interesante en especial este artículo por el tema de los coches eléctricos.
    Llevo alrededor de un año viviendo en París e utilizo con frecuencia el Velib, que es un sistema de préstamo de bicis, que por cierto funciona de maravilla :)
    Aprovecho para poner un enlace del recién estrenado Autolib, que tiene el mismo principio pero con coches eléctricos.
    http://www.autolib.eu
    Se hizo por primera vez un test a principios de mes con 66 coches, en diciembre seràn 250 y en 2012 llegaràn a los 1700 coches aprox.
    Los coches estàn equipados de un navegador GPS que indica las bornas libres para poder devolver el coche y de paso ponerlo a cargar. Estas bornas se pueden usar por los propietarios de coches eléctricos como electrolineras. :D
    Un saludo!
    Elena.

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  2. Elena. Muchas gracias por el comentario y por esta información, que es muy interesante. Si en Valladolid se hiciera algo similar, se daría un paso decisivo para el uso del coche eléctrico y, por tanto, para la mejora de la atmósfera de la ciudad (amén del ahorro de energía). Y no creo que sea imposible, teniendo en Valladolid la factoría de Renault que fabrica el Twizy.

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