viernes, 28 de octubre de 2011

Viento en contra, decálogos empresariales y canciones sefardíes

Cumpliendo escrupulosamente las previsiones meteorológicas, el viernes comenzaron a bajar las temperaturas y el sábado despertó el horizonte bajo una sábana de nubes que anacaraba la luz fría del sol de otoño. Así que, antes de que llegasen puntuales las lluvias prometidas, me lancé a la calle –junto a los otros cincuenta mil vecinos que tuvieron la misma idea- a comprar los zapatos gorila (y unas gafas nuevas, y la lotería de navidad de la empresa, y caramelos para la garganta) con los que afrontar una temporada invernal que, curiosamente, comenzaba con viento sur, al que yo tenía catalogado como propio de las tormentas de verano.

Contra ese viento me ha tocado luchar los últimos días en la vuelta a casa, bajando un punto la marcha de la bici, cargando los hombros y haciendo polea con la cintura para encauzar la fuerza del cuerpo hacia las piernas y así no perder el ritmo del pedaleo. Quizás ese esfuerzo es el que me ha hecho percibir los acontecimientos de la semana en clave de pelea contra la adversidad. No solo las noticias que ya llevaban este sello en sí mismas, como las declaraciones de Isak Andic en el congreso de Empresa Familiar, proponiendo al futuro gobierno una hoja de ruta para combatir la crisis; o las tablas de diez mandamientos que José Rolando Álvarez, cual moisés contemporáneo, ofrecía el lunes a los jefes de su pueblo para salir airosos de la travesía por el desierto. También los demás sucedidos, incluidos los que parecían logros o buenas nuevas, los he visto con ese tinte épico de batalla de incierta fortuna.

Así, cuando Víctor Morlán, secretario de Estado de Planificación e Infraestructuras, se pasaba el miércoles por Valladolid para presentar el Corredor Atlántico de Transporte, me venía a la memoria la frustración que para las aspiraciones ferroviarias de nuestra ciudad significó la concesión a León del Centro de Control de la Alta Velocidad. Ahora, nuestra inclusión en este eje prioritario europeo supondrá una oportunidad de inversiones y desarrollo, pero antes nos tocará trabajar dos veces en las vías de conexión con los talleres: una, ahora, para conectarlos mediante los siete kilómetros de vía de tres hilos que comenzará a construirse en los próximos días (o meses); y otra, antes de dos mil veinte, para reconvertir esas vías a los anchos previstos en el corredor atlántico.

La llama eternamente perpetua y la excelencia internacional global

El mismo aire de lucha fatigosa percibo en la aparentemente feliz concesión a la Universidad de Valladolid de un campus de excelencia internacional, que me trae a la memoria un episodio de "Canción triste de Hill Street". El sargento Mick Belker (Bruce Weitz) ha visitado la tumba de su padre y vuelve disgustado porque se ha apagado la "llama perpetua" que había contratado con la funeraria para que ardiese constantemente sobre la lápida como símbolo de su cariño. Hace una reclamación, pero le contestan que la única llama con garantía anti-apagado no era la "perpetua" sino la "eternamente perpetua". Y se me antoja que la llama perpetua es la excelencia internacional "regional" (sigue trabajando así, majete, y a lo mejor llegas a conseguir el objetivo), mientras te dejan a un palmo de la verdadera ("global") excelencia internacional.


Sin embargo, bienvenido sea el préstamo de cinco millones de euros adjudicado al proyecto "Los horizontes del hombre" de las universidades de Burgos, León y Valladolid, que permitirá a la UVa realizar con Renault desarrollos importantes en las tecnologías del coche eléctrico y de otras alternativas para la movilidad de personas y mercancías con energías sostenibles.

Héroes, tumbas y canciones

Aunque, ahora que lo pienso, a lo mejor no fue la pugna contra el viento la que puso en estos días el aspecto heroico de las odiseas, sino el comienzo de la semana con dos acontecimientos singulares: el homenaje del Ayuntamiento a Red Hugh O'Donnell en el callejón de San Francisco (cerca de donde quizás está la tumba de este héroe  irlandés que murió en Simancas mientras viajaba a la corte vallisoletana para pedir a Felipe III apoyo para una nueva revuelta irlandesa contra la corona inglesa);  y la presentación de "Cantares de Tetuán", el nuevo disco con el que Joaquín Díaz y el Quarteto de Urueña recuperan trece canciones del romancero sefardí del norte de Marruecos, en las que se cuentan las gestas heroicas de Bernardo del Carpio, así como las cuitas amorosas y las intrigas palaciegas que todo cancionero ofrece para acompañar nuestros otoños e inviernos al calor de la lumbre.

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